Las palabras no se adhieren a un período,
ellas andan libres y nos citan en el espacio.
Están hechas de silencios, finales,
celebraciones y orígenes.
Las palabras se convierten en gramática cósmica
que nos asisten a saciar el hambre al cambio,
nuestra sed insaciable del saber
y nuestras ansias de poder.